FETCAM: «A-43, la autovía del país de nunca jamás»

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Una vez publicado el informe oficial de la Dirección General de Carreteras en el que se apuesta por “acondicionar” la N-430 como carretera convencional en lugar de construir la anunciada con anterioridad autovía A-43 entre Puertollano y Mérida desde FETCAM se quiere poner de manifiesto la falta de empatía y visión de futuro por parte de esta dirección del MITMA en aras de la importante mejora de la seguridad vial, del ahorro de tiempo/dinero de transporte, tanto de mercancías como de personas, y por último por la capacidad y efectos concretos en la economía.

Estamos hablando de 210 kilómetros que supondrían un coste aproximado de entre 350 y 400 millones de euros, que se verían amortizados dentro del coste medio por usuario de esta vía en aproximadamente 40 años, (por ejemplo, la AP-9 está amortizada sólo al 28% a pesar de llevar 38 años en servicio). A la espera de los Fondos Europeos esta sería una mas que justificada medida para gestionarlo, bien a través de estos fondos o como se hacía con anterioridad con los Fondos de Desarrollo Regional (FEDER).

Desde el punto de vista del tráfico de mercancías por carretera se trata de una vía extremadamente importante ya que uniría el Mediterráneo con el Atlántico (Corredor Mediterráneo – Portugal); es obvio que no solamente afecta a Castilla-La Mancha. Estimativamente los 210 kilómetros de autovía (Mérida-Puertollano) supondrían en tiempo de conducción efectiva unas 3 horas, (actualmente con trazado convencional 4,4 horas), mientras que, si se quiere realizar este trayecto por autovía, Mérida-Sevilla 192 kilómetros y 2,4 horas de conducción / Sevilla-Manzanares 356 kilómetros y 5 horas de conducción, supondría 8 horas de conducción efectiva.

Los datos hablan por sí solos; seguridad (actualmente la siniestrabilidad de esta vía es elevadísima), eficiencia energética, ahorro de costes, fijación de población en una zona con alta despoblación, salida directa a Europa, etc., sobran las palabras, por lo que desde FETCAM se reivindica esta petición como una necesidad real, urgente, práctica y no como una utopía, o como soluciones perentorias para “tapar parches” que a corto plazo nos cuesta mucho mas caro tanto a los transportistas como al consumidor final, que es el ciudadano.