Desaceleración progresiva de la economía a lo largo de 2018

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Al término del año 2018 se cierra un ejercicio donde la economía en general, y en particular la economía de Castilla-La Mancha, comenzó registrando datos positivos, especialmente en los primeros meses del año, si bien este crecimiento fue aminorando según avanzaba el ejercicio.

Tal y como reflejan los principales indicadores, la economía española ha venido experimentando, en términos generales, un crecimiento a lo largo de este año 2018, y esto ha tenido su incidencia tanto en el ámbito económico como en del empleo. No obstante, existen diversos factores que condicionan negativamente las expectativas de crecimiento para el próximo año.

En el lado positivo, la previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestra región se sitúa en el 2,2 por ciento en 2018 (2,6 por ciento en el conjunto del país), si bien para el próximo año 2019 la previsión de crecimiento estaría en el entorno del 1,7 por ciento, frente al 2,2 por ciento del resto del país. Una constante que se viene manteniendo en los últimos cinco años, en los que crecemos por debajo de la media nacional.

De la misma forma, el comercio exterior arroja un año más datos positivos, gracias a la magnífica labor que en este campo vienen desarrollando las pequeñas y medianas empresas de nuestra región. En los diez primeros meses del año, las exportaciones en Castilla-La Mancha crecieron un 4,2 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, superando los 6.000 millones de euros en exportaciones. Continuamos así por encima del incremento registrado a nivel nacional, aunque este crecimiento se está desacelerando (en 2017 fue del 9,3 por ciento).

En el lado más negativo, cabe destacar el impacto que tiene sobre las empresas los incrementos de costes, sobre todo de los costes energéticos, así como los costes financieros y los costes de las materias primas, que también se elevan. Este encarecimiento de los costes, que afecta directamente a la competitividad de las empresas y penaliza la actividad y la inversión, camina en dirección contraria a lo que necesita la economía y las empresas para crecer y crear empleo.

En un contexto en el que las consecuencias de la desaceleración económica se empiezan a notar, y las perspectivas de crecimiento de la economía no son halagüeñas, hay que añadir el deterioro de la confianza que genera la inestabilidad política, que crea incertidumbre y provoca que se contengan las inversiones empresariales. 

Tanto a nivel nacional como internacional, el escenario económico ha estado marcado por una alta volatilidad, motivada por diversas razones, como son el proteccionismo americano, la crisis del Brexit y, concretamente en nuestro país, por los constantes anuncios del Gobierno de medidas como la reforma laboral (que tan negativa sería para la creación de empleo) o medidas sobre la energía (con restricciones relacionadas con los vehículos diesel), que generan inseguridad y ralentizan el consumo privado y la inversión empresarial.

A pesar de todo, las previsiones apuntan a que en el conjunto del año en Castilla-La Mancha se crearán por encima de los 20.000 empleos, unas cifras que, aún siendo positivas, suponen un decrecimiento respecto a la cifra de empleos que se crearon en los años 2017 y 2016.

En conclusión, si bien se puede constatar que, en términos generales, 2018 ha sido un año positivo en lo económico, con una desaceleración de la actividad que se ha ido manifestando según avanzaba el año, desde CECAM nos preocupa mucho esta situación de ralentización de la economía, que lógicamente pueda tener su traslado a la capacidad de las empresas para crear empleo durante el próximo año. Máxime cuando son muchas pequeñas y medianas empresas de nuestra región las que siguen atravesando serias dificultades y a las que no ha llegado realmente la recuperación económica.